Te quiero contar mi experiencia personal, para que puedas valorar mejor esta recomendación.
Durante toda mi infancia, las caminatas al metro y la gimnasia en el colegio me mantenían en forma; durante mi adolescencia, los paseos en bicicleta y bailar como si no existiera un mañana; en mis veintitantos, largas caminatas a la universidad, gimnasio y danza...
En mis primeros años de trabajo y matrimonio, la bicicleta y el gimnasio fueron mis aliados.
Luego, ocurrió lo más hermoso que me ha pasado!! Nació mi primer hijo!
En esta nueva vida, caóticamente hermosa, me costó hacerme tiempo para retomar una actividad física programada.
Y así mismo, mientras avanzaba en mis treinta y tantos, me di cuenta de que era cada vez más difícil mantener mi peso estable.
Luego, lo que a todos nos ha afectado: La Pandemia.
Y pasó lo que a muchos, subí unos kilitos de más y aunque siempre estuve en un rango de peso normal, me puse en alerta. Algo había que hacer.
La alimentación saludable es lo mío, por ese lado estaba cubierta.
Pero no estaba siendo suficiente, bajaba de peso muy lentamente... El cambio de folio a los 40 también influye, el metabolismo no es el mismo!
Un día, para ahorrar tiempo, me fui trotando a hacer unos trámites, de regreso me sentí inyectada de energía, FELIZ.
Desde entonces, a diario estoy trotando 30 minutos. Una pequeñez, que haría que cualquier running se mofe hasta el cansancio!
Pero este pequeño cambio de hábito, me ha dado felicidad, vitalidad, armonía, bajé mis niveles de estrés y volví a bajar de peso con la facilidad que lo hacía hace 20 años.
Esa sensación de FELICIDAD, se debe a las endorfinas (llamadas también hormonas de la felicidad), que se liberan al realizar actividad física.
Pero... Y qué pasó con esos 20 minutos de baile que hacía casi a diario? Y las sesiones de acondicionamiento físico que alcanzaba a hacer entre juegos con los niños? Por qué no me hacían sentir igual?
La respuesta a estas interrogantes se encuentra en un estudio*, el cual muestra que mientras más esfuerzo y duración tenga nuestro ejercicio, más endorfinas se liberan.
Es decir, una actividad física corta e intensa, puede hacernos sentir tan felices como una de moderada intensidad y larga duración, ya que ambas generan estrés en el organismo (aumentan la concentración de ácido láctico en el cuerpo) y es entonces que se generan las deseadas endorfinas.
Es recomendable, por lo tanto, realizar actividad física por lo menos 30 minutos seguidos, de intensidad moderada; programarse, darse tiempo para hacerlo, no dejarlo para más rato o sólo si es que alcanzas.
El tipo de actividad que escojas, variará de acuerdo a tus gustos e intereses, condición física, lesiones previas, etc., un kinesiólogo puede asesorarte para empezar a fabricar endorfinas sin correr peligro de lesionarte.
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